SEMANA 25 EDUCACIÓN RELIGIOSA 9°
TEMA: TEORIA DE TEHILARD DI CHARDIN
El biólogo Francisco J. Ayala realiza una síntesis
sobre el pensamiento de Teilhard de Chardin y lo reduce a cuatro puntos
básicos:
El
tiempo: la cuarta dimensión
Antes de la aparición de la
teoría de la evolución, predominaba la imagen de un universo estático, formado
totalmente desde sus lejanos comienzos. Por el contrario, con la evolución
aparece la dimensión «tiempo», como un actor principal, ya que el cambio es lo
esencial y lo estático es lo inexistente.
La
evolución universal
Según Teilhard, no sólo la vida,
sino la materia y el pensamiento están también involucrados en el proceso de la
evolución. De ahí que es necesario atribuirle a dicho proceso un sentido.
Principio
de complejidad-conciencia
El sentido de la evolución, que
involucra tanto la materia, como la vida y el pensamiento (o el espíritu), está
comprendido en un principio descriptivo de la mayor generalidad: la tendencia
hacia el logro de mayores niveles de complejidad y, simultáneamente, al logro
de mayores niveles de conciencia.
Omega: la
meta de la evolución
A partir de la tendencia del
universo, guiado por la Ley de complejidad-conciencia, Teilhard
vislumbra el Punto Omega, al que define como «una
colectividad armonizada de conciencias, que equivale a una especie de super conciencia.
La Tierra cubriéndose no sólo de granos de pensamiento, contándose por
miríadas, sino envolviéndose de una sola envoltura pensante hasta no formar
precisamente más que un solo y amplio grano de pensamiento, a escala sideral.
La pluralidad de las reflexiones individuales agrupándose y reforzándose en el
acto de una sola reflexión unánime».
La evolución entonces se estaría
convirtiendo en un proceso cada vez más opcional. Teilhard señala así los
problemas sociales del aislamiento y de la marginalización como inhibidores
enormes de la evolución, ya que la evolución requiere una unificación del
sentido. Ningún futuro evolutivo aguarda a la persona si no es en asociación
con los demás.
Valoraciones
de su pensamiento
Valoraciones
negativas
En 1958, Teilhard ya había
muerto, el padre Janssens informó a la Compañía de
Jesús, que un decreto del Santo Oficio, dirigido por
el cardenal Ottaviani, requirió a las
congregaciones retirar de todas las bibliotecas las obras de Teilhard. El
documento dice que los textos del jesuita «representan ambigüedades e incluso
errores tan graves que ofenden a la doctrina católica» por lo que «alerta al
clero para defender los espíritus, en particular los de los jóvenes, de los
peligros de las obras de P. Teilhard de Chardin y sus discípulos».
El Padre Leonardo Castellani enumera en los
siguientes puntos las fallas de su pensamiento desde una perspectiva católica:
1. El transformismo darwiniano dado
como verdad cierta.
2. La negación de la parusía o
Segunda Venida de Cristo tal como la entiende la Iglesia.
3. La negación de la redención por
la obra personal de Cristo.
4. La negación del pecado
original, a la manera de Pelagio.
5. Monismo materialista evolucionista parecido
al de Spencer y Haeckel.
6. Panteísmo sutil
a la manera de Bergson.
7. Interpretación modernista de
todos los sacramentos, empezando por la eucaristía,
a la manera de Guenther.
8. Negación del fin primario del matrimonio y
constitución del fin primario del matrimonio en la «ayuda espiritual mutua de
los esposos».
9. Aprobación de los medios contraconcepcionistas en
el matrimonio, a la manera de Malthus.
10. Negativa implícita de la
autoridad de la Iglesia para definir, a la manera de Loisy, Tyrrel y
otros.
En 1962, bajo Juan XXIII,
la Congregación del Santo Oficio emitió
otro monitum ('advertencia') severo:
Varias
obras del P. Pierre Teilhard de Chardin, algunas de las cuales fueron
publicadas en forma póstuma, están siendo editadas y están obteniendo mucha
difusión. Prescindiendo de un juicio sobre aquellos puntos que conciernen a las
ciencias positivas, es suficientemente claro que las obras arriba mencionadas
abundan en tales ambigüedades e incluso errores serios, que ofenden a la
doctrina católica.
Por esta razón, los eminentísimos
y reverendísimos Padres del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios, así
como a los superiores de institutos religiosos, rectores de seminarios y
presidentes de universidades, a proteger eficazmente las mentes,
particularmente de los jóvenes, contra los peligros presentados por las obras
del P. Teilhard de Chardin y de sus seguidores.
Sebastianus
Masala, Notario. 30 de junio de 1962. (AAS 54, 1962,526)
José María Iraburu afirma que «la
rehabilitación de Teilhard de Chardin es imposible, considerando la enorme
gravedad de sus errores». Y se reafirma con el comunicado de prensa que la
Santa Sede donde
se declara:
[...]
Después de haber consultado al Cardenal Secretario de Estado y al Cardenal
Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, quienes, por
orden del Santo Padre, habían sido debidamente consultados de antemano, acerca
de la carta en cuestión, estamos en condiciones de replicar por la negativa.
[...]
Valoraciones
positivas
A pesar de sus opiniones
condenadas y de las sospechas de participación en el fraude histórico del Hombre de Piltdown, no son pocos los
teólogos que han defendido la obra de Teilhard. En 1962 en El
pensamiento religioso del padre Teilhard de Chardin, el jesuita Henri de
Lubac, aunque reconoce que no comprendía bien el papel de la
socialización en el pensamiento de Teilhard, destaca la continuidad de Teilhard
con la tradición de la Iglesia.
El papa Paulo VI en
un discurso sobre la relación entre fe y ciencia se refiere a Teilhard como un
científico que acaba de estudiar este asunto y pudo «encontrar el espíritu», de
manera que su explicación del universo manifiesta «la presencia de Dios en el
universo en el principio inteligente y Creador».
Durante las siguientes décadas
teólogos prominentes y líderes de la Iglesia, incluyendo cardenales y el papa Juan Pablo II,
valoraron la figura y las ideas de Teilhard. En 1981, el cardenal Agostino
Casaroli, en nombre de Juan Pablo II, escribe en la primera página
del periódico del Vaticano, L'Osservatore Romano:
Lo que
nuestros contemporáneos, sin duda, recordarán (del padre Teilhard de Chardin)
más allá de las dificultades de concepción y deficiencias de expresión en este
audaz intento de llegar a una síntesis, es el testimonio de la vida coherente
de un hombre poseído por Cristo en lo más profundo de su alma. Estaba
preocupado por honrar tanto la fe como la razón, y anticipó la respuesta al
llamamiento de Juan Pablo II: «No tengáis miedo, abrid, abrid de par en par las
puertas de los inmensos ámbitos de la cultura, la civilización y el progreso a
Cristo».
El cardenal Avery Dulles expresó
en 2004:
En su
propio estilo poético, el jesuita francés Teilhard de Chardin gustaba de
meditar en la eucaristía como las primicias de
la nueva creación. En un ensayo titulado La custodiaél describe
cómo, de rodillas en oración, tuvo la sensación de que la hostia estaba
empezando a crecer hasta que al fin, a través de su misteriosa expansión, «todo
el mundo se había vuelto incandescente, se había convertido en una única hostia
gigantesca». Aunque probablemente sería incorrecto pensar que el universo será
eventualmentetransubstanciado, Teilhard identificó
correctamente la conexión entre la eucaristía y la glorificación final del
cosmos.
El cardenal Christoph Schönborn escribió en 2007:
Difícilmente
alguien haya tratado de reunir el conocimiento de Cristo y la idea de la
evolución como lo hizo el científico (paleontólogo) y teólogo P. Pierre
Teilhard de Chardin, S. J. [...] Su visión fascinante sigue siendo
controvertida, y sin embargo ha representado una gran esperanza, la esperanza
de que la fe en Cristo y el enfoque científico para el mundo pueden reunirse.
[...] Estas breves referencias a Teilhard no pueden hacer justicia a sus
esfuerzos. La fascinación que Teilhard de Chardin ejerció sobre toda una generación
provino de su manera radical de mirar a la ciencia y la fe cristiana juntas.
Ya en 1987 el teólogo y cardenal
Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, en sus Principios de
teología católica admitió que uno de los principales documentos del
Concilio Vaticano II, Gaudium et
Spes fue permeado por el pensamiento del jesuita francés.
Benedicto XVI afirmó también que Teilhard tuvo una gran visión, que culmina en
una verdadera liturgia cósmica, en la cual el cosmos se
convertirá en una hostia viviente.
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